AQUEL ADOLESCENTE QUE SE LE ESCAPÓ SU ADOLESCENCIA EMPINANDO VOLADORES DESDE UNA CAMA DEL HOSPITAL UNIVERSITARIO DE CARACAS/

 CRÓNICAS DESDE EL SITIO (II) 


MUSEO VIRTUAL EL MACO

(Periódico informativo y educativo de El Maco) 


AQUEL ADOLESCENTE QUE SE LE ESCAPÓ SU ADOLESCENCIA EMPINANDO VOLADORES DESDE UNA CAMA DEL HOSPITAL UNIVERSITARIO DE CARACAS/UCV



A  Régulo Milt. A su memoria y  su recuerdo.


Por: Evaristo Marcano Marín 


Esa tarde,  extrañando su escuela, la güira y el culto, colocó su cabeza en la almohada  en su cama en el hospital universitario y pegadito a ella, creó un espacio entre la almohada y su corazón.  En ese  reducido espacio, luego de asegurarse que los fieles de su volador estaban como los dejó, comenzó a empinar su  cigarrón con sus colores y su papeleta cortada de tal manera, que ya le oía su tronar en las alturas. Este volador,  imaginariamente lo había construido en la mañana con caña brava que muy temprano,  tomó en algunos de los sitios del pueblo donde alguna casa se caía. Desde su cama, lo elevó y sintió tanta emoción al verse en el sitio con su volador volando en el cielo, que entró en un profundo sueño.

En ese sueño oía voces, que le gritaban: Sube  sube y cuando ya estaba casi sobre el borde de la pared, sintió que la tapia  se le venía encima. En el sueño vio que el culto se llenaba  de gente. 

II

Despertó y recordó, que antes de este lamentable suceso que lo traía del hospital Luis Ortega y lo separó de la escuela en la vieja casa de Gualberto Rojas, estuvo  en el comedor en la casa de Balbino Marín y del comedor se fue con otros amigos   a la vieja casa que en una época fue iglesia evangélica y que  luego se le dio nombre de "el culto". Esta vieja casa, era como un pequeño parque y esa tapia era su única entrada.

No supo más nada. Transcurrieron varios días y se vio a sus catorce años sin escuela, sin el culto, sin la placita, sin el sitio,  sin prender y soltar sus saltapericos en diciembre y en una cama en  el hospital Luis Ortega. Unos meses más tarde, con sus catorce años  y sin la posibilidad de vivir su adolescencia jugando y en su escuela,  se encontraba  en una cama del hospital universitario,  porque su mamá  con un enorme sacrificio, se lo trajo a Caracas donde esperaba por seis intervenciones  para poder volver a su pueblo. 

En esa cama del  hospital universitario  donde se le escapaba su adolescencia, se hacía su "sitio" en las tardes y soltaba sus voladores. En las mañanas, se veía en el viejo zaguán de su casa y  con caña brava  de ilusiones y el hilo  "toporeño" preparaba imaginariamente su voladores que  soltaba a volar en el  cielo en su imaginación.

En la cama del hospital, acomodó ese pequeño lugar entre la almohada y su corazón para soltar sus ilusiones de adolescente.  En algún momento del día, mientras su adolescencia se le escapaba, imaginaba una forma particular de hacerlo y empinarlo para que  se elevarán siempre muy alto  y desde ese pequeño sitio

Muchos años después, regresó y se quedó sin escuelas. El tiempo transcurrido desde el accidente y los problemas que le quedaron en sus vías urinarias lo limitaron. Regulo se lo pasaba en su casa y los juegos de la candelita, escóndete mi salud y el de los trompos se le hicieron extraños.  Desde la calzada de su casa  los veía y la mayoría de las veces se retiraba. No podía moverse con facilidad, pero en su cama de enfermo en el hospital universitario, pudo con su imaginación tener el tiempo para dominar una especial forma de hacer voladores  perfectos y elevarlos  con perfección. Sus voladores estaban para tomar altura y desde el sitio, Régulo con las hojillas que le colocaba en la cola,  se aventura a cortar a los que desde el cerro la cruz estaban elevados. No era fácil; implicaba dominar el viento. Este dominar la fuerza del viento lo hacía recogiendo  el volador. Jalaba  el hilo y luego al soltarlo en el tiempo perfecto; el   volador se desmayaba y  bajaba lentamente. Él aprovecha esa pérdida de fuerza para tomar con las hojillas pegadas a la cola del volador, el hilo de otro volador y volver a jalar con fuerza y cortar.  En silencio, Régulo disfrutaba ese momento y se veía como recuperando un tiempo de  adolescentes que no pudo vivir plenamente. El volador cortado desde el  sitio, iba a caer  por donde una vez estuvo la casa de la Sra. Urbana. 

Verlo hacer voladores, ponerlo en el cielo  y cortar otros en el aire, nadie podía hacerlo como él y a esa distancia. Esto pudo  aprenderlo, porque desde la cama del hospital universitario y en ese pequeño espacio que creaba entre la almohada y su corazón todas las tardes, se iba al "sitio" y echaba a volar su volador

A Régulo se le fue su adolescencia en una cama en el hospital universitario de Caracas y su adultez, se le escapó a los 33 años.


NOTA: En el tiempo que Macú (Maria de la Cruz) en Caracas, estuvo en la casa de José Inocente Carrion. No pude confirmar esta información pero tengo casi la seguridad

marcano.evaristo@gmail.com


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