El Hombre del carro negro que vino y se quedó*

Por: Evaristo Marcano Marín 

El Chevrolet negro, cruzaba muy temprano la calle principal del  pueblo. Si mal no recuerdo, este carro pudo ser un modelo de los cuarenta y para ese momento, ya se veía  muy deteriorado de carrocería.

Recuerdo si, que este Chevrolet negro,  era muy  diferente al Chevrolet 57, de aquel pitcher nuestro que se cansó de ponchar al mejor bateador  que tuvo  Margarita  (Pelayo) para ese momento. 

Al primer momento; el paso de este carro negro por la calle principal del pueblo, sorprendió porque los únicos carros que  con alguna frecuencia cruzaban la polvorienta calle del pueblo,  era el carro (camioneta) de Alfredo Valderrama, los carros de Cruz Marcano, el de llanito y el de Alcides en el trabajo de llevar y traer a las mareras, que salían por las mañanas a recorrer pueblos. Después llegó Juan Rodulfo, la Chacalera, Gente y Ñaco.

El señor de este carro negro pasaba  y se estacionaba en la construcción. Fue ese el nombre que desde el principio se le dió a la edificación que se construía para la sede de la escuela Apolinar Figueroa Coronado, que para ese momento funcionaba en la casa de Gualberto Rojas. Frente a esta gran casona, estuvo aquella querida mata de güira, que a tanta historia le dió sombra.

Allí en la "construcción",  estuvo trabajando este señor, que operaba en este proyecto, como maestro de obra. El carro permanecía allí todo el día y en la tarde,  cruzaba la calle principal y lo veiamos perderse entre el polvo.

Este señor del carro viejo y negro Chevrolet, además de ser un buen maestro de obra, tenia buenos  ojos. Mientras conducía la construcción de la nueva escuela, se fijó en una linda muchacha. Terminó la escuela y el Sr del carro viejo negro, dejo al pueblo sin Dorina.

Por un tiempo, el señor del viejo carro negro que nos dejó sin Dorina vivió en Porlamar, pero luego se vinieron al pueblo y aquí estuvo entre nosotros  y como herencia y legado, el Sr del viejo carro negro nos  dejó una bonita familia con 6  hijos.