EL ABUELO YEYO Y EL SENTIDO DEL TRABAJO

Por: Evaristo Marcano Marín Viendo Cerro Hondo desde su nueva casa, llegó a su memoria, el día que se apareció en El Maco con el sueño de empezar. Repentinamente, ese recuerdo lo apartó por un momento y se quedó viendo la montaña, como si sus ojos quisieran guardar esa imagen que muy borrosa le llegaba. Supo que estaba verdecito, aunque su visión era borrosa. Las lluvias -se dijo- son el pipí de los ángeles y con ellas todo florece y reverdece como un milagro. Esa urea de los ángeles es un buen fertilizante. Estuvo quieto viéndolo y sintió que esa imagen se le guardaba en el corazón. No busco explicación a esta necesidad. Muchas cosas que sentía y quería, ya las veían borrosas y cuando necesitaba verla como deseaba, las tenía a través del recuerdo. Viendo la montaña sintió unas manitos en su espalda y supo inmediatamente, cuál era la manito de Valeria y cuál era, la manito de Anastasia. Busco en sus recuerdos, con la idea de saber, cuántas veces había sentido algo así y evi...