La Sra. María

 

Por: Evaristo Marcano Marín



Desde hace un largo rato, vengo haciendo un esfuerzo con la finalidad de visibilizar  la historia o la vida de nuestra gente. Para ello tomo y valoro múltiples criterios o factores que me permiten miradas más abiertas. Mi propósito (ojalá pudiera) es tener una ficha de cada persona del pueblo. Cada persona tiene algo que decirnos o   algo que nos dejó.

 Es un  trabajo que requiere mucha investigación y memoria. Desde mi perspectiva, trato de ver a estos seres. 

La Sra. María es uno de estos seres. El 21 de noviembre estaría cumpliendo 100 años. Donde ella esté ahora, seguro debe sentirse orgullosa de la familia que con mucho esfuerzo, sacó adelante en medio de grandes limitaciones. Sus hijos hoy, son gente humilde y aprendieron de su papá y de ella, que el TRABAJO saca adelante a las personas.

 Se defendió en la vida lavando y planchando en las casas. Cuando no tenía esta opción de ganarse la vida de esta manera (lavando y planchando) vendía leña que sus hijos recogían en la conucada   y con ese esfuerzo, la Sra. María la de Pachico ayudaba con la alimentación de su familia. La Sra. Albertina fue una de sus clientes y la gente del Saco (El Cercado) también les compraban leña porque la necesitaban para quemar la loza. 

La Sra. María la Pachico  como solíamos llamarla, vivió en una humilde casita ubicada en el callejón, al cual le decíamos, el callejón de Pachico. La casita estaba casi al final de ese callejón  y detrás de esa casita, estuvo la casa de Mapancha (mi bisabuela) y la casa de Tía Fernanda. Ahí echó pa'lante con 9 hijos que tuvo en la Unión con Pachico. Antes, tuvo tres hijas y se le murieron dos. Neña, fue la única que salió adelante. 

Por lo general, la Sra. María hacía diariamente tres viajes a la conucada (Hato San Vicente). Muy temprano iba a buscar la leche, luego a llevar el desayuno y traer la leña y más tarde, salía a llevar el almuerzo y la cena.

 Había días que la veía en un ir y venir del conuquito que estaba muy cerca de la entrada del cementerio y donde Pachico sembraba maíz, auyama y patilla. Ese conuco tuvo muchas matas de anón. En  época de cosecha, la veía en ese trajín llevando para su casa u otro lugar maras de anón y carga de patillas y auyamas.

 Esa imagen la guardo en mi memoria por una razón muy particular. Siempre la veía concentrada en la carga y me llamaba la atención, la manera de llevar su tabaco. Siempre me detenía a verla porque con frecuencia, llevaba la parte encendida del tabaco metida en la boca. Con la mirada la seguía para ver cómo era posible eso. No fue esta una buena práctica porque eso le produjo un cáncer. 

María la de Pachico, fue un ejemplo de mujer. Trabajo muy duro.

NOTA: Parte de esta reseña fue producto de conversaciones que sostuve con Tito (Francisco) y Esminia.

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