LAS MATAS EMBLEMÁTICAS DE NUESTRO PUEBLO
Por: Evaristo Marcano Marín
![]() |
Entrada del Rincón |
Un pueblo es algo más que viviendas y personas viviendo en ellas con sus calles. Un pueblo es un tejido humano-natural con su carga histórica donde se van mezclando muchas situaciones. Su proceso de identidad no es finito. Es un permanente construir y reconstruir.
Un pueblo también son sus
cerros y los árboles (matas) que vamos viendo en sus calles y que a veces no las
sentimos, como siendo un elemento importante de la vida en el pueblo. Tienen
indiscutiblemente su importancia, porque en muchas ocasiones, estas matas
(árboles) son centro de vida o un espacio donde el pueblo cobra vida en su
cotidianidad. Tal vez, en una ciudad no
sea así. En los espacios citadinos, las matas pueden ser parte del paisaje y están colocadas ahí para teñir de verde el
paisaje citadino.
En un pueblo, las matas
están integradas a la gente. En la casas
de los pueblos, siempre hay una mata o muchas matas que son parte de ese hogar
o familia.
![]() |
Casa de Pedro Pango |
Creencia o no, nos vemos identificado como pueblo con
un árbol (El Maco) y con un hombre. El Maco de Bolívar, en su visión de
imaginación (creencia) o realidad es una
simbiosis humano-natural. Según una versión, venimos de este encuentro. Como
sabemos, de niño crecimos con la idea de un Bolívar descansando bajo una mata
de Maco en las proximidades del portachuelo, pero hay información, que tal
situación no fue así como se describe y que nuestro comienzo arranca mucho
antes de este descanso de Bolívar bajo la sombra de una mata de Maco, pero ya
la mata de maco nos habla de esta simbiosis. En otro momento, intentaremos
abrir una discusión sobre este tema y esta circunstancia. https://margaritaentusmanosrevista.com/wp/el-origen-del-nombre-de-la-poblacion-de-el-maco/
![]() |
Bodega Chico Rojas |
Las matas no son un aspecto inerte del
paisaje. No están puestas ahí para uno verlas en un momento de ocio. Son parte
de uno. Muchas generaciones de maqueros llevan en sus corazones la mata de güiria
que estuvo, justo frente a la casa de Gualberto Rojas, que recientemente el
paisano Francisco Valderrama menciono en una reseña sobre el día del árbol y la
que estaba gusto frente a la casa de Maponcha. Esta mata de güiria fue muy rara porque después
de esta y otra que hubo frente a la casa de “Maponcha”, no se vieron otras en
el pueblo.
Las sombras de estas dos
matas, fueron sitios para actos culturales y juegos. En la que estuvo frente a
la casa de Gualberto Rojas, cuando fue sede de la escuela Apolinar Figueroa
Coronado, su sombra protegía a una señora que venía de Santa Ana a vender sus
frutas y chucherías a la escuela, se sentaba muy cerca de ella.
Frente a la casa de Valentín Velásquez está un guayacán (árbol emblemático de Nueva Esparta) que debe tener casi 100 años. Ese guayacán tenía un pedazo de calzada cerca de su tronco y ahí teníamos un observatorio popular.
![]() |
Casa de Manuel Ríos |
Desde ahí y muy bien
sentado, se tenía un control de transitar del pueblo. Era un lugar para la
espera, pero definitivamente, este guayacán fue una especie de observatorio.
Chu (Jesús Ríos), desde ahí le echaba una vistazo al amigo Asnaldo (Velado),
Marcelino y Chonchón. Erasmo Brito y Manuel Velásquez se dejaban ver muy fácil, sentados bajo su sombra. El señor Valentín
Velásquez, seguramente después de un agitado día de trabajo, tal vez descansó
muchas veces bajo su sombra.
Al lado de la casa de
Pablo Salazar, había una casa vieja y frente a esa casa vieja, estuvo un roble.
Ese roble fue testigo de muchas reuniones sociales y de otro tipo.
Frente a la casa de la
familia de Reger Brito (Pedro Pango) y
al lado de la casa de Estevita,
conocimos dos matas de guayacán. Bajo esas dos matas se tejieron
historias. Muy temprano en la mañana, el pueblo o una parte de su gente se
encontraba ahí, antes de irse a su jornada de fabricar los zapatos. Bajo esos
dos guayacanes se dieron reconocimiento
y fusilamientos populares. Estos dos
guayacanes fueron emblemáticos y suplieron la falta de una plaza pública.
Justo al frente (Casa de
Tañe-Toribio) está otro guayacán que también fue como un anexo de la “plaza”
que estuvo frente a la casa de Pedro Pango. Ese guayacán aún existe.
Frente a la casa de Chico
Rojas están los guayacanes que protegieron con sus sombras reuniones casuales y
conversas que diariamente se tejían en esos espacios y bajo su sombra.
Hay matas, que como pueblo
la llevamos por dentro. En una reseña como esta, no podemos omitir nuestra gran
Ceiba de La Gloria. Bajo su sombra se dieron muchos encuentros para organizar
en fila y como se debía, los tradicionales Lo-lo-lo, que fueron un cantos
populares improvisados para celebrar la cosecha de maíz. Este canto, El Maco
preservó por mucho tempo como una expresión de alegría por la cosecha lograda.
Más arriba de La Gloria,
está la famosa PACHACA que era un punto obligado de descanso, cuando se bajaba
de Cerro Hondo.
Los Robles (3 o 4) que aún
están en el Rincón del Perro, justo frente a la casa de Domingo Salazar (hoy de
Virgilio). La principal calle del Rincón (calle los robles) guarda la imponente
frescura y altura de estos robles.
Comentarios
Publicar un comentario