Los sitios Naturales emblemáticos de El Maco

En la última vez que estuve en el pueblo, intenté más de una vez pasar a lo que uno llamaba “la conucá”, que era un amplio terreno propiedad de Justiniano Valderrama y no pude. Intentaba llegar hasta “Los Robles” y de ahí pasar a los Hoyos y acercarme hasta el pie de “La Peña” que es el cerro que se eleva sobre la llamada conucá. 

No pude. Alcancé llegar hasta “Los Robles”. Lamenté porque era época de lluvia y tenía ganas de saborear un par de “curichaguas” tiernas, que se daban mucho por esa parte y eran unas de nuestras meriendas en la época de niño, junto con el pitigüey y chigüi chigüe. Buscar curichaguas, pitigüey y chigüi chigüe era una muy linda distracción. Siempre la recolección se hacía en grupo y la distribución en igualdad de condiciones.

Luego del intento fallido, pregunté por ciertos sitios que  frecuentábamos  de niños y ya jóvenes y nadie me dio razón. Era natural encontrarme con esa respuesta así. Para nuestras generaciones; el monte era uno de los sitios principales de recreación y las vacaciones siempre andábamos pestoso a monte y con la famosa china en el bolsillo. Hoy no lo es, porque es otro tiempo y  otras son las  formas de usar el tiempo libre.

El monte y ciertos corrales era nuestra pasión. ¡Ay corrales! Se recuerdan con la misma emoción (y los sustos) con los cuales se corría el riesgo.

Casi todos los espacios de recreación estaban conectados con el monte. Nos distraíamos cazando pájaros con china, lazos y “argaijos[i]*” y nos distraíamos empinando voladores. Eso era estar en el monte. Había la época especial de cazar iguana.

Hay sitios naturales de El Maco que se van borrando del imaginario. Es muy difícil que se nos borre “Cerro Hondo” porque es como el sitio natural emblemático del pueblo. Cerro Hondo sostenía a muchas familias maqueras que tenían sus conucos y de ahí lograban parte del sustento alimenticio. De Cerro hondo venían las filas de conuqueros con sus sacos de maíz  cantando el "ay lo-lo-lo". Este canto de trabajo común y solidaridad se "extravió". No queda nada y aunque tiene un origen muy español, este canto era muy propio de Fuente Dueño y El Maco.
Pero muy poco deben acordarse de “Las Lomas del Taparo” que es parte de la serranía que bordea El Maco por su lado sur. Lomas del taparo está Pegado al Cercado y es parte de lo que uno conoce como el cerro de “La Peña”. Muy abajo entre una llanura de la conucá y la peña están “Los Hoyos”, que era ciertamente un sitio medio misterioso y donde  las artesanas del cercado acudían a sacar barro para hacer sus lozas. Muy cerca de Los Hoyos, está la quebrada de "Santa Lucía"

La Peña. Foto, Luis Ernesto Marcano

Cerca de lo que hoy se llama El Colorado, está la “quebrada del pilón” que en  tiempos de lluvias uno acudía a unas pierdas que estaban en la cima del cerro  y disfrutaba de un baño.

Hacia El Maco central digamos, destacaba “Cerro Hondo”, “La Ceiba”. Un poco más arriba de la ceiba había una caída de agua conocida como “El Chorro”, que se disfrutaba también en las épocas de lluvias. Estaban cerca del cuchivano, los conucos más importantes, la famosa Vega y la quebrada del padre”.

Parte de la serranía con Cerro Hondo como nuestro emblema natural. Foto Luis Ernesto Marcano
Hacia Maco Abajo estaba “Los peñascos” con una vegetación propia de suelos aridos. A la sálida de El Maco hacia San Juan, se eleva el llamado cerro de puya.
Nuestra identidad como pueblo, no es un hecho desvinculado de su territorio, sus espacios, sus costumbres y tradiciones. La identidad es una especie de coctel con un determinado sabor. Al perder algunos de sus ingredientes, nuestra identidad pierde sustento.  



[i] Argaijos: La palabra suena así. Tal vez no se escriba de esta manera. Los argaijos era una especia de lazos que uno colocaba en los nidos de los pájaros (Tórtolas, potoco y tutuel)  preparado con los hilos de la cocuizas. Se colocaban en el nido por donde uno calculaba que salía el pájaro al salir del nido. En algunas ocasiones uno lo colocaba y daba tiempo para que el pájaro llegara y luego se asomaba al nido por la parte donde el pájaro no debía salir. Era una crueldad; el pájaro al salir quedaba guindado y moría. En aquella época era una cosa emocionante, pero no deja de ser una crueldad, que ayudaba a una comida. Las tortolitas asadas o en arroz, mataban el hambre.

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