Gustavo
Domínguez (Tavo el de Carmelina) y
Giovanni Patiño: Últimos (¿y únicos?) serenateros
en El Maco. Adela Velásquez y Asiscla Velásquez guardan en sus corazones las
últimas serenatas Maqueras.
Esta pequeña crónica, la he estado pensando por un largo tiempo. Hurgo en
mi memoria y “jorungo” en el baúl de mis recuerdos y no atino recordar en mi
época de infancia y adolescencia serenateros en El Maco. Supongo que no era muy
frecuente la sereneta como una forma de conquistar corazones, por dos razones
muy básicas: 1) Dos o tres generaciones anteriores a la mía, los amores y los
noviazgos era más o menos muy discreteos, casi ocultos y existía mucho la
“cultura” del no me gusta para mi hija. Por ahí se explica la práctica de “sacarse”
a la novia. Fulanito a noche se sacó a fulanita. 2) Las serenatas eran más bien
un producto importado de las películas mexicanas, que solían verse mucho en
aquel peculiar cine maquero, donde hasta la “silleta” había que llevar.
No logro recordar (un chisme) algo así: ¿Supiste que a fulanita le llevaron
serenata anoche. Busco momentos para ver si logro ubicar a alguien con porte de
“serenatero”, y se me ocurre que, Dionisio (Nicho) Ríos (QEPD) pudo haber sido
uno de ellos, pinta tenía y figura de bolerista también. Nicolás zurdo (QEPD),
también puede contarse.
En mi época de adolescencia y juventud (más de juventud), conocí los
tintineos de guitarras que los viernes ofrecía Héctor Guerra (QEPD) por los
lados de la iglesia y en compañía de Jesús Valderrama y Dalmiro Valderrama
(QEPD). Sólo, hasta donde puedo recordar, “tintineaban” la guitarra para
amenizar los roncitos que se echaban los viernes por las noches.
Ya más acá en el tiempo, si puedo reconocer dos serenateros. Uno era Gustavo (Tavo)
Domínguez y el otro, que supongo fue el último, Giovanni Patiño. Digo el último,
porque acudió a la Serenata como una forma de declaración, o como una más
abierta iniciativa de echar los perros, como suele decirse coloquialmente hoy.
De Gustavo Domínguez, hasta me acuerdo de los ensayos previos. Yo no era parte
del grupo que lo acompañaba, pero oía los preparativos y no dejo de acordarme
de una de las canciones emblemáticas, que Gustavo Domínguez ofrecía en esas serenatas.
Tavo no pelaba en esas rondas: “Virgen
de media noche”, Una linda canción que en sus tiempos era parte del
repertorio del inquieto anacobero (Daniel Santos)
Creo acordarme que lo emocionante de esa canción o esa serenata, era cuando uno le oía a Tavo en volumen alto y en los
preparativos de las serenata: “Incienso de besos te doy;
/Escucha oh, mi rezo de amor. / Virgen de media noche
cubre tu desnudez, /bajaré las estrellas, /para alumbrar tus pies”.
Giovanni Patiño utilizaba
muchas canciones para echarle los perros
a Adela o para ganar puntos en esta conquista. Estas rondas ya fueron más parte de las vacaciones
universitarias, pero las hubo antes. Manuel Brito formaba parte de ese dúo que
tenían a las serenatas como una estrategia para la conquista.
Una
que no faltaba en el repertorio de Giovanni era
“Motivos” de
Ítalo Pizzolante. Adela Velásquez y Asiscla Velásquez debieron de vibrar de
emoción cuando ya pasada las 10 de la noche, que era muy tarde en El Maco, oían
el dúo de Giovanni y Manuel.
Estos versos debieron
emocionarlas mucho: Unos ojos bañados de luz/ son un motivo, /Unos labios queriendo
besar/ son un motivos/ Y me quedo mirándote a ti/ Y encontrándote tantos
motivos/Yo comprendo/Que mi motivo mayor eres tú
Otra canción que estuvo en el repertorio de estas rondas, fue
Conticinio de Laudelino Mejías. En esas noches en El Maco, no había espacio
para un rumor. Todo estaba en calma. Al llegar el conticinio … “todo es silencio todo es amor/acércate y no
temas mi cariño/ que es todo tuyo mi corazón/sublime el conticinio/Todo está en
calma no hay un rumor/acércate a la reja
bien de mi vida/para cantarte esta canción.
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