¿Seremos un pueblo de extraños?
Ya
con
el recorrido
realizado
por el
Blog,
suena
como
fuera
de
orden
tomar
un
espacio
para
reflexionar
sobre
el
motivo
que
me
llevó
a
dedicarle
un
tiempo
al
Blog:
“Museo
Virtual
El
Maco”.
Seguro,
que
en
la
primera
versión,
fijé
el
objetivo.
Mucho
de
lo
publicado
así
lo
evidencia.
En
una
o
dos
oportunidades,
me
he
referido
a
lo
que
uno
ve
en
paredones
cuando
pasa
por
la
calle
principal
del pueblo de
Tacarigua.
En
paredones
y
las
“alcantarillas”,
uno
ve
rostros
de
personajes
que
ocuparon
un
espacio
en
Tacarigua.
Por
ejemplo
se
ve
a
Cheguaco.
Conocí
a
Cheguaco,
cuando
era
(no
sé
si
soy
aún)
consocio
del
Centro
Cultural
Bolívar
y
tuve
la
suerte
de
oírlo
y
aprender
de
él.
Fue
un
hombre
sin
pergaminos
académicos.
Tal
vez
no
terminó
la
primaria,
pero
fue un
hombre
muy
profundo
en
su
hacer
como
investigador
popular.
Vivía
en
una
humilde
casa
de
bahareque en
Tacarigua. Lo
sentí
como
una
auténtica
institución.
En
esa
larga
calle
principal,
se
ven
muchos
rostros
de
otras
personas
que
conocí
(Pablito,
por
ejemplo)
y
el
Motilón
que
fue
un
joven
que
murió
a
muy
temprana
edad
y
lo
conocí
en
el
Liceo
Rísquez.
Para
un
Tacariguero
de
hoy,
esos
rostros
serán
difíciles
de
borrar.
Imposible
desaparecerlo.
Seguro
que
en
el
caso
de
Tacarigua
no
están
todos
los
que
son,
ni
son
todos
los
que
están,
porque
Tacarigua,
como
cualquier
otro
pueblo
de
Margarita,
cada
ser
era
un
espacio.
Una
partícula
con
vida
propia
y
un
significado
en
la
vida
del
pueblo. cada uno tiene o tuvo su sentido y su imporetancia.
En
el
caso
específico
de
Tacarigua
por
los
rostros
que
he
visto,
sólo
están
los
que
de
una
u
otra
manera
estuvieron
identificados
con
el
Centro
Cultural
de
ese
hermoso
pueblo
o
alcanzaron
un
renombre
por
su
profesión
u
oficio.
Siempre
he
sido
de
la
idea,
que
un
pueblo
es
mucho
más
que
las
suma
de
sus
hombres
de
los
cuales
se
tiene
la
seguridad
que
se
destacaron.
Hay
cosas
que
no
son
fáciles
de
hablar
ya
en
este
momento
porque se
puede
incurrir
en
un
error
o
lastimar
sentimientos.
Este
Blog
no
tiene
este
propósito.
A
veces
por
una
circunstancia
particular,
reconocemos
a
un
hombre
destacado
profesionalmente,
pero
olvidamos,
que
ese
hombre
destacado
fue
un
producto
de
una
familia
que
trabajo
y
paso
necesidad
para
llevarlo
a
una
posición
profesional
importante.
No
es
sano
tampoco,
que
los
destacados
tengan
un
perfil
producto
de
una
oportunidad.
Hay
muchos
destacados,
que
no
recordamos
pero
ocuparon
un
espacio
y
le
fueron muy
útil
al
pueblo.
Creo
que a veces soy recurrente en este tema de la identidad maquera y
cuando entro en ese tema, concluyo que nos quedamos recreando
parcialidades. No es malo esto ni cuestionable tampoco. Se lleva con
orgullo, lo que suma orgullo
Desearía,
pero sé que es muy poco probable imitar mejor a Tacarigua en esa
tarea de ver y tener a nuestros múltiples rostros. Es titánica esa
tarea y además requiere de un esfuerzo bien organizado y creo que no
hay condiciones para un propósito de ese tipo.
Este
blog surgió de esa vista que uno tiene cuando pasa por Tacarigua y
ve ese esfuerzo.
Toda
esta
reflexión
viene
por
dos
cosas.
En
lo
personal,
el
recuerdo
para
mí,
es
una
cosa
que
me
ocupa
y
produce
sonrisas,
alegrías,
lamentos
y
a
veces
un
sentimiento
extraño,
porque
siento
que
vamos dejando
en
el
olvido
a
maqueros
o
maqueras.
Gran
parte
del
blog
lo
he
dedicado
a
tener
semblanzas
de
personajes.
Sin
embargo,
no
deseo
llenar
ese
trabajo
porque
para
mí
es
imposible.
Tuve
mi
niñez
allá,
mi
juventud
y
momentos
de
vida
adulta,
que
no
me
alcanzan
para
ver
todo
y
guardar
todos
los
recuerdos
posibles.
Esta
reflexión se
explica, porque
tuve
noticias
de
una
fuente
muy
segura
y
confiable
(Giovanni
Patiño
Marín),
que
el
libro
inicial
de
actas
del
Centro
Cultural
Bolívar
se
extravió.
Sentí
una
gran
tristeza,
porque
no
era
simplemente
un
libro
o
cuaderno
de
actas.
En
ese
cuaderno
de
actas,
se
condensaba
parte
de
una
historia
de
una
institución
que
ocupó
un
espacio
y
continúa
ocupándolo.
No
eran
rostros,
pero
supongo
porque
fui
miembro
del
Centro,
que
en
cada
reunión
se
leía
el
acta
de
la
reunión
anterior
y
ahí
se
recogía
parte
de
una historia y
un hacer en el que estaban involucrados personas.
Cuántas
cosas se fueron ahí, que están muy distantes de nuestras vivencias, pero que nos
agregaban valor como pueblo.
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