Francisco (Chico) Velásquez: ¿Primer Maquero en el Zulia?

Mi interés por la personalidad o figura de Francisco (Chico) Velásquez (Q.E.P.D) estaba centrada fundamentalmente porque Chico Velásquez ocupó un lugar en gran parte de los jóvenes de mi generación. Chico era un espacio que formaba parte de lo que podía llamarse la plaza del pueblo, porque una parte importante del tiempo estábamos frente a su casa o en un murito que dividía la casa de Casto Velásquez (Q.E.P.D)
Ese espacio frente a su casa, que era bodega y bar, fue en una oportunidad el centro del pueblo. Ese espacio no era una plaza, pero funcionaba como tal. Ahí esperábamos a las muchachas que para ese momento le estábamos echando los perros o la veíamos pasar, como se dice, con el corazón partío.
Chico tenía la mejor Rokola del Pueblo. Ahí resolvíamos nuestras contradicciones culturales entre “reflexiones de mi vida”, “Abajo en la esquina” por el grupo credence Clearwater Revival, “Samba Pa Ti” de Santana, canciones de los Ángeles Negros, canciones del Sexteto Juventud y las de Francisco Mata, como Lucía y Hayde.

Entre las 6 y 9 p.m., no dejaba de estar por ahí, rondando ese triangulo, Marcelino Ríos y los que le tenían los ojos puestos a las hermosas y lindas hijas de Chico. Digo lindas y hermosas en el mejor sentido de estas dos palabras.
Ahí, justo entre la casa de Jorge Velásquez, Luis Marcano y Chico Velásquez, estaba una cosa que llamábamos “La pilita”. Ya no está, pero esa “pilita” se llevó confidencias, promesas de amores y ruta de las serenatas de los viernes y sábados; conducidas siempre por Giovanni Patiño Marín, que era uno de los que tenía puesto el ojo ahí. Hoy tienen una linda y hermosa familia.

Me interesaba Chico Velásquez, porque a través de Él, vivo nuevamente esos momentos. Es hermoso por lo menos para mí, recordar a Chico con sus maracas frente a su Rokola; gozo ese recuerdo y me siento más maquero con ese recuerdo y otros muchos más, que vienen con la figuras de otros maqueros y maqueras.
Sucede y acontece, que hace aproximadamente un año, pude intercambiar algunas impresiones con Argelia, hija mayor de Chico Velásquez y, de esa conversación, surgió otro Chico, que desconocía y cuya impresión quiero compartir porque tiene un dato importante y tiene otro, que igualmente puede ser mucho más importante en eso de ir construyendo o reconstruyendo la vida de maqueros y maqueras que ya no están físicamente.


Chico a la edad de 15 años ya estaba en Carúpano trabajando. La niñez y la juventud para esa época pasaban ligeramente o no pasaba. Después de ahí, se fue al Zulia a trabajar en las empresas petroleras
Me cuentan que Chico se involucró en la primera e histórica huelga de trabajadores petroleros. Ya esto es un dato muy importante por muchas razones, ya que esa no fue cualquiera huelga; fue una huelga que marcó un punto en la historia política y sindical venezolana.
Chico Velásquez vivió y padeció el famoso incendio de Lagunillas. La casa donde vivía se incendió y ahí murió uno de sus compañeros de habitación. No sé si Chico fue el primer maquero en el Zulia, pero seguramente fue uno de los primeros.
Estuvo varios años en el Zulia, y su regreso a la Isla se dió, bajo unas condiciones muy particulares. Allá construyó una casita y al regresar, la cambio por una casa en El Maco; producto de una negociación con un maquero que iba a probar suerte en Maracaibo.
Hay una anécdota bien simpática en la unión de Chico Velásquez con Gertrudiz (Q.E.P.D). Me contó Argelia, que “Ture”, como cariñosamente le decíamos en el Maco, vendía en una oportunidad una rifa y Chico comenzó a jugársela con todo. Apostó, después del primer piropo, y de una vez le compró casi toda la rifa. Fue como un apostar a quedarse con el premio de la rifa y el amor por Gertrudiz. Por ahí pudo haber comenzado esa hermosa familia.

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