Las Arepas de Manuela y Morocha

El Maco, además de haber sido un pueblo que se sostenía económicamente con la producción de zapatos; las familias optaban por fuentes de ingresos alternas, que daban un apoyo al ingreso familiar. Teníamos las famosas empanaderas,de las cuales nos gustaría tratar en una nota especial.

Teníamos también, los abuelos (Gerardo, Valentín, Evaristo y otros)  que se ayudaban o ganaban la vida, llevando en burros cosas a vender a los otros pueblos.

Tuvimos muchas familias, que vivían o sostenían a sus hijos e hijas, con el trabajo del fogón y haciendo arepas para venderlas en el pueblo.

Muchas familias vivían de ese gran y forzado trabajo. Estaba Albertina, Josefina Rivero y otra cantidad de mujeres que vivían de este trabajo. Ahora, simplemente porque viví con mis abuelos paternos y ellos eran vecinos de Froilán González, tomo a Manuela  y Morocha Quijada (QEPD), como referencia, porque mis recuerdos están más cerca. Veía su cocina siempre con gente a la espera de su encargo de arepas.

Si mal no me recuerdo; la Señora Manuela y Morocha tenían dos turnos para las arepas. Las otras familias, creo que la hacían en las tardes y del tipo que llamábamos (y aún llamamos) “raspadas”. Manuela y Morocha se fajaban al mediodía y para la tarde. Al medio día recuerdo que hacían dos tipos o modelos de arepas. Unas eran muy pequeñas y redondas (abombaditas) y otras eran más grande, que se parecían a una “telita”, que siempre era un poco más delgada.

Si la memoria o me falla, los comercializadores de estas arepas fueron “Pelo”, así lo conocimos  y creo que muy pocos sabrán su nombre real. (Belardino, creo que es nombre). “Pelo” (¿BELARDINO?) se vino al Puerto la Cruz y en verdad no supe más nada de él. “Meque”, que lamentablemente nos dejó (QPD), también era parte de ese equipo de ventas, que finalmente terminó con “Toño”, que es más contemporáneo con mi generación. En verdad, no recuerdo su nombre, le decíamos “Toño”

El trabajo de hacer arepa fue una actividad muy laboriosa y le exigía a las mujeres que toman esta actividad como sustento, pasar más de 10 horas en la cocina para mantener ese fogón en condiciones de ofrecer esas sabrosas arepas de maíz: ¡Pura fibra!. Hasta con un poquito de manteca de puerco (cochino) o el aceite de pescado que quedaba después de freír un corocoro, eran deliciosa.

Así que en las tardes, era muy frecuente ver a "Pelo" vendiendo las arepas de Manuela y Morocha. A veces, se veía a "Pelo" colocar el mapire, que era donde llevaba las arepas,  en algún sitio muy cerca de él, para fajarse a jugar picha (metras/canicas) o trompo.

Sin lugar a dudas; las arepas de Manuela y Morocha, como todas la arepas que salían de las casas maqueras eran de maíz; la mayoría de ese maíz se producía en los cerros y conucos que tenían maqueros y que luego, cuando lo recogían, cantando los famosos “¡ay lo-lo” con los sacos en los hombros,  almacenaban en las llamadas “troja”[i] o en alguna habitación (cuarto) de sus viviendas.

Nota: Los que desean escribir y publicar una nota/artículo sobre maqueros, maqueras y nuestras anécdotas, pueden enviarnos los trabajos a esta dirección: marcano.evaristo@gmail.com o evaristomarcano076@hotmail.com


[i] Pueden leer y conocer sobre los tipos de arepas, maíz que se  sembraba en Margarita y el significado de la palabra “Troja” en  el siguiente enlace que es un libro de José Joaquín Salazar Franco: Cheguaco. http://www.cheguaco.org/PDF/Libros/usosycostumbres.pdf

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