Por:
Nelson Velásquez
He
decidido abordar el tema de las Costumbres
y Creencias Religiosas de
nuestro Maco,
por considerarlo parte esencial de nuestras vidas; aquella niñez,
adolescencia y juventud que muchos vivimos con mentes inocentes,
sanas y con excelentes principios inculcados por la sabiduría de
nuestros viejos. En el tema, por demás amplio, me propongo narrar,
hasta donde mi mente
alcance, muchos
pasajes y vivencias que nos hacen orgullosos de nuestro gentilicio y
nuestra cultura Maquera. A continuación, recuerdos de la Semana
mayor.
Época
de Semana Santa:
En nuestros tiempos, los
habitantes de El Maco vivían apegados a muchas Costumbres y
Creencias; la razón, no sé si atribuírsela al miedo de ser
castigado por el ser Supremo o, a una cultura aprendida a través
del tiempo. Lo cierto es que hacían muchas cosas que quiero recordar
en este artículo.
El Viernes
Santo, era un día muy especial por conmemorarse el entierro de nuestro
Señor Jesucristo.
Ese día, el Pueblo creyente guardaba un profundo respeto por lo
acontecido y debía evitar: “Bañarse”
después de las 12:00 m. por temor a “Volverse
Pescado”; “Buscar
leña o manipular
objetos punzo-cortantes”
para evitar “Una
herida”; “Comer
carne”
ya que con hacerlo se estaría “Comiendo
la carne de Cristo”; tampoco
se podía hacer nada “Gustoso”
por temor a “Quedarse
pegado”. En la
actualidad todo eso está abolido por la mayoría de las personas y
vemos como la gente pasa la Semana Santa en playas, ríos y montañas,
y haciendo todo lo que desee.
Por otra parte, los jóvenes
del pueblo hacían competencias con “Huevos
de Gallina” que
consistía en golpear
la punta más aguda de dos
huevo,
donde un competidor colocaba muy hábilmente su huevo en el pliegue
del dedo índice y medio, de la mano derecha, ajustándolo con la
yema del pulgar de la mano izquierda, de manera que quedara visible,
exactamente, la punta del huevo; luego, el otro competidor, golpeaba
con la punta del otro huevo en juego. Finalmente, el perdedor, debía
entregar el huevo roto al ganador. Recuerdo que Arístides “Culepeco”
tenía fama de ganador y acumulaba huevos con muchas victorias.
La forma de saber si un huevo era bueno para competir se determinaba golpeando suavemente la punta del huevo con los dientes, un sonido muy especial determinaba si el huevo era bueno para competir. También habían las “Competencias de Cocos”, donde un competidor aguantaba el coco con sus manos y el contendor lo golpeaba con el suyo; luego, el perdedor debía entregar su coco roto o al ganador.
La forma de saber si un huevo era bueno para competir se determinaba golpeando suavemente la punta del huevo con los dientes, un sonido muy especial determinaba si el huevo era bueno para competir. También habían las “Competencias de Cocos”, donde un competidor aguantaba el coco con sus manos y el contendor lo golpeaba con el suyo; luego, el perdedor debía entregar su coco roto o al ganador.
Durante el resto de la Semana
Santa, los jóvenes íbamos en bicicleta a Juan Griego para bañarnos
en las playas, donde los sitios preferidos eran El
Bajo, parte muy
llana, ideal para niños, pero con muchas piedras cortantes en la
arena que incomodaban un poco el disfrute de la playa; estaba
ubicado vía La Galera. Las otras playas estaban detrás del hotel
Guayamurí y las cercanas al muelle.
Otro sitio visitado en la
Semana Mayor, era la Asunción, fecha oportuna para ir al Castillo
de Santa
Rosa y observar los
lugares referidos en nuestra historia de independencia como el hueco,
tipo aljibe, donde estuvo presa nuestra heroína Luisa Cáceres de
Arismendi y otros calabozos de la muerte, construidos por los
españoles; también visitábamos el Museo del Mar, cercano a la
plaza. La Asunción exhibía una gran fiesta religiosa.
Hay un chiste,
propio de la época, de Horacio
Valderrama,
personaje muy jocoso y recordado por nuestro Maco; quien tenía una
Rockola en el Bar “Foco Verde”, de su propiedad, y estaba
acostumbrado a ver los discos de 45
RPM y la duración
de su música que generalmente no
excedía los 3 minutos.
Resulta que Horacio se montó en un carro por puesto, en El Maco, vía la
Asunción, y la música que para el momento se estaba oyendo en el
radio del carro era clásica, lo que uno conocía como música
fúnebre, de larga duración. Durante el trayecto El
Maco – La Asunción
la música no cambió y Horacio, al bajarse del carro, no aguantó la
curiosidad y le dijo al Conductor: “Ajoo
amigoó, ese disco debe ser del tamaño de una torta e’ casabe”.
En próximas actualizaciones
del “Blog”, continuaré narrando otros episodios, que sin duda,
traerá a nuestras mentes muchos recuerdos y momentos vividos en
nuestro Maco de ayer.
NOTA
DE LA ADMINISTRACIÓN DEL BLOG: Ratificamos una vez más, nuestra
disposición (Y ESPERANZA) a recibir aportes o colaboraciones.
Esperamos CON FE, por estas colaboraciones.
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