Isaac
González: Chaá
Chaá
(QEPD), crió
y
vio
crecer
a
su
familia
con
el
arte
de
fabricar
zapatos. Fue muy ingenioso. Tenía
una
gran
facilidad
(chispa) para
darle
riendas
suelta
a
ocurrencias
de
pocas
palabras,
pero
con
un
fino
humor.
Cuando
el trabajo del zapato fue perdiendo valor porque la zona franca y el
puerto libre fueron arruinando al zapatero; Chaá siguió apegado
a la banca haciendo sandalias.
En
una oportunidad llegó a ser comisario del pueblo y culminado el tiempo, pudo decir: “ni un día más ni un día menos”.
Vio con chispas el asunto de la religión, hay anécdotas de
él que así lo constatan.
En
una
ocasión,
estando
frente
a
la
banca
de
zapatero trabajando,
le
dio
por
estornudar.
Estornudaba
y
estornudaba
y
en uno
de
esos
estornudos
dijo:
¡Diablos!
“Mamá
Santo” (Su mamá)
que
era
evangélica,
lo
oyó
e
inmediatamente
le
dijo:
Isaac
no nombre
a
ese
señor
en
casa, nombra a Dios.
Chaá
le
respondió muy
rápidamente
así:
Mamá,
Dios
es
como
el
morrocoy,
que
cuando
uno más lo llama
mete
la
cabeza. Fue una ocurrencia; no un desapego a la fe.
En
otra
oportunidad,
llegaron a EL
Maco
unas
monjitas
a
visitar
a
las
familias
que
no
estaban
casadas
por
la
iglesia.
Llegaron
a
la vieja
casa
de
Chaá
en
el
momento
que
él
estaba
(como
simpre)
frente
a
la
banca
de
zapatero. Las
monjitas
comenzaron
a
sensibilizarlo
para
que
se
casara
por
la
iglesia.
Chaá se mostraba duro y
una
de
la
monjitas
ya
cansada
de
utilizar
argumentos
para
convencerlo,
le
dice:
Señor
Isacc,
si
usted
no
se
casa
por
la
iglesia
no
va
llegar ni a las puertas del
cielo.
Chaá con
esa chispa y
sin
pensarlo
mucho,
le
dice
a
las
monjitas:
si
yo
no
llego ni a las puertas del
cielo,
ustedes
no
llegaran
ni
al
portón".
Chaá
fue
un
maquero
apegado
al
trabajo.
Por
ser
un
hombre
de
gran
corazón
y
gran
amigo,
está
donde
debe
estar;
en
el
cielo
y
en
el
corazón
de
su
familia
y
de
los
que
lo sentimos como un tío muy cercano.
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